Empezaban con Todos en pie (prefacio). La gente, ya de pie, no hizo sino aplaudir la salida de los seis músicos catalanes. Montefusco recordó brevemente el incidente que tuvo en la gira anterior en el mismo escenario, al colgarse y caerse del telón. No presentaban un espectáculo como el 1, 2, 3 del anterior disco, pues eso lo harán en el Primavera Sound. Presentaban un disco recién sacado, cuyas letras ya empezaban a corear desde un principio como himnos. Parecía increible que un disco recién sacado de un grupo que aún no ha dado el salto definitivo al conocimiento del gran público, era conocido por centenares de personas en una misma sala. Claro que el tranquilo y placentero ambiente se rompió cuando empezaron a sonar las primeras notas de lo que es su disco más consagrado, Vivalaguerra. No tocaron las más conocidas, ni las mejores, ni les hizo falta para hacer un grandísimo concierto. La gente pedía más, pedía a grito de "¡Presidente!, ¡Presidente!..." que tocaran Yo soy el presidente de la escalera, que siguen escondiendo al público pese a haberse pedido en todos y cada uno de los conciertos de la gira con insistencia. Sonaba muy bien todo, el efecto del trombón, que cargaba de matices el ambiente, y que terminaba de cobrar sentido con Elefante. Seguían gritando "¡Presidente!, ¡Presidente!..." entre canción y canción, e incluso un grupo numeroso sugirió en más de una ocasión Hombre Araña. 1, 2, 3 Sol. Y con ella la explosión de júbilo del respetable. [...]gracias por venir, por estar aquí[...], cantaba Enric mientras levantaban algunos miembros del grupo las manos para aplaudir al público que había venido, a la vez que el público levantaba las manos para aplaudir a los músicos que estuvieran allí. Un momento muy emotivo que bien podría haber sido atrás en el tiempo en el concierto de Sant Feliu, cuando aún cantaban en inglés, y que significó un paso adelante para la banda, un seguir o disolverse. Un seguir. Un gracias por venir a todos los que asistieron a aquel concierto que animó a la banda a continuar. Cerraba la noche el epílogo (Canción sin fin), habiéndose tocado entre prefacio y epílogo la mayoría de la fábula circular. La gente cantaba más y más, pues tenía sentido que fuera la última canción de Standstill que escucharan en directo en esta gira. No fue así pues se hicieron un bis repitiendo con Adelante, Bonaparte (la otra versión), lo cual a mi parecer fue un pasito atrás que no emborronó el concierto en absoluto. La gente salía satisfecha de lo que había visto y con ganas de más fiesta.
Su estancia en Gibellina (Sicilia) significó un antes y un después para la formación. Pasaron del hardcore a experimentar con la música, a expresarse en su idioma natural. Encontraron la manera de gustarse a sí mismos, de encontrar un estilo, aunque supusiera alguna baja importante la decisión. De esa estancia nació toda la creatividad de su primer album en español, un tanto oscuro y no del todo satisfactorio, pero muy reconfortante. Con ese trabajo hecho y encontrado el estilo, saltó todo el esplendor en su siguiente trabajo Vivalaguerra. Parece que ya han dejado atrás su etapa más hardcore, que les llevó a ser teloneros de los míticos At the drive-in, y a viajar por Europa como grupo tapado en minifestivales. Ellos recuerdan esa etapa con cariño y recuerdan muchas veces las canciones que de allí salieron y los conciertos como el de Sant Feliu o su gira alemana, pero con este nuevo disco parecen dejarla en el olvido del espectador.
¡Gracias por venir!
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